LA MUEBLERIA
Mi papá puso su mueblería a principio de los años 80's cuando la sexta zona militar se había establecido un tiempo en Saltillo, asi que le iba muy bien porque vendía a muchas familias de clase media, y media baja. La mueblería "Bella Vista", estaba en una esquina que daba para dos amplias calles, tenía enormes ventanas, una bodega y una máscara de plastico setentera de Santa Clos que desde que me acuerdo, estaba pegado en una de las columnas y jamás lo quitamos.
Desde que estábamos chiquitos, recuerdo que los dos trabajaban en la mueblería y mi mamá acondicionó la bodega (que se me hacía enorme), y entre infinidad de colchones, bicis y salas, jugabamos y nos entreteníamos mientras ellos le daban duro a su economía.
Entre el personal estaba el Güero: un chamaco como de 14 años que era el cobrador y que en esa época estaba enamorado de mi hermana Güera que aún era una niña; estaba también Don Tomás, un señor de edad avanzada con una vieja camioneta donde se hacía las entregas, las secretarias Cuqui y Esther y Doña Tomasa, una viejita que siempre estaba en la entrada disque cuidando el changarro y que vivía por ahí, asi que era oficialmente la veladora.
Mi papá se hizo amigo de toda el área, todos lo querían y respetaban y tenía muy buenos vecinos. Fueron unos muy buenos años. Después conforme fuimos creciendo ya no se nos hacía para nada divertido; mi mamá se quedó en casa y ya era obligatorio levantarnos el sabado y el domingo para abrir la mueblería.
Yo, experta en el dibujo, era la encomendada para hacer a huevo la publicidad que consistía en hacer carteles de cada mueble y los que se ponían en el vidrio: "Sala Patricia, de $2300 a solo $1999", "Aproveche hoy, vitrina verde, de $350 a solo $325 pesos". "Sistema de Separado o Riguroso Contado". Estaba tan guey que no sabía todavía lo que significaba "riguroso".
Cuando se convirtió en una obligación, ya estábamos pubertos, así que siempre íbamos a rastras. Tenías que llegar a las 9 de la mañana, levantar las cortinas de lámina, abrir, sacudir, barrer, limpiar vidrios, atender a los clientes y recibir pagos y abonos. A veces teníamos que acompañar a mi hermano Pepe a hacer las entregas, lo que significaba que también cargábamos muebles y armábamos camas, o íbamos a cobrarle a los clientes, y aprendimos muy bien a redactar cartas y a llenar recibos. Algunas veces si nos divertíamos mucho como la vez que acompañé a mi hermano a entregar un comedor y en un frenón el comedor giró como ruleta y se nos cayó de la camioneta, fue todo un show arreglar el númerito y mejor nos quedamos calladitos sin mencionar nada.
Mi papá era buenísimo para vender, si los clientes buscaban algo que no vendíamos, él aseguraba la venta de todos modos y luego la conseguía, pero cuando llegaba alguien a preguntarnos a nosotros sobre algún mueble; Paty y yo torcíamos la boca y no queríamos atender, asi que nos turnábamos y los atendíamos con tan pocas ganas que no lograbamos la venta. Pepe y Guera si eran buenos para eso.
Cuando le rendíamos cuentas a mi padre, era de ley que gastabamos en hamburguesas, o unos cacahuates japoneses, papitas, unas coca y hasta cuadernos de dibujo.
Una vez la mueblería se inundó. Fuimos sentenciados y mi papá nos puso una regañiza a los cuatro por descuidados y tuvimos que sacar a regañarientas el agua, mientras entre discretas risas sacabamos conjeturas de el que había dejado la llave abierta toda la noche había sido el calladito de mi hermano. Eso no fue nada, a Paty y a mi nos volaron una estufa y nunca supimos que sucedió, y otra vez desaparecieron por arte de magia dos colchones en nuestras narices. No éramos buenas, pero aún así logramos vender.
Pasaron los buenos años y la zona militar se cambió de lugar, los negocios y las familias se empezaron a ir y comenzaba una crisis muy fuerte para nosotros que se juntó con la crisis matrimonial de mis papás. La mueblería fue embargada y los pocos muebles que quedaban también los embargaron. Mi Papá en su último intento por recuperar algo, pintó y recontruyó muebles que no tenían forma, y aun así tenia tan buen verbo que los vendía, hasta que ya no quedo nada.
La mueblería duró 15 años, terminó en un vacío local y esa colonia se convirtió en fantasma. Ahora es una gris funeraria que entristeció mas la cuadra; pero todos esos años en los que crecimos, en lo que hubo para colegiaturas, ropa, comida y vacaciones, los recuerdos en los que jugamos mucho, pasamos navidades, cumpleaños, regaños, fríos y calores y cierta nostalgia que se queda ligado como parte importante de nuestra vida pero que a su vez, ya no nos atrevemos ni siquiera a pasar por ahi.
Comentarios
saludos y buen fin de semana!
L
Oye escribes tus post mas rapido de lo que paso a leerlos!!! se ve que andas super inspirada! jejej
Besos
alice: que bueno que te tengo, como buena saltillense, ya cambie ese dato, se cambiaron de dirección.
Kish:, yo tengo el mismo sentimiento que tu.
y si que ando inspirada, debo de aprovechar porque luego se me seca el cerebro, como vas?.
Ale: Muchas gracias comadre!
Vizarro: Asi es la vida, no todo siempre final feliz, pero lo que duró se disfrutó.
Saludos Yol!
Tanto que, ahora que me quedé sin internet es imposible que no pase a ver las novedades por acá!!
Creo que a todos nos hiciste recordar de alguna forma nuestros tiempos pasados...
un abrazo, comadrita!!
Quien sabe...
Buen fin de semanita :D
Saludos Yol que tengas un buen fin de semana :)
buen fin!!
Besos Yolita y gracias por andar por mis rumbos cibernéticos
los finales felices existen solo en las pelis.
jeje
me encanta tu blog... ocasionalmente me escapo hasta tu burbuja.
aunque ud. no lo crea :)
me gusta tu narracion. recuerda lo lindo de esos momentos pasados :)
y bueno con el tiempo chance y se animen a volver a paar enfrente a la muebleria y sonriar por recordar lo padre que vivieron ahi!
:)
saludos