ROMA no se hizo en un día

spoiler alert


...Y de repente, todo mundo hablaba de Roma y yo no sabía de que se trataba; sólo sabía que era una película en blanco y negro de Alfonso Cuarón.

Después de escuchar comentarios muy buenos y otros no tanto, como por ejemplo la lentitud de la trama, decidí no dejarme influenciar por nadie y mejor darme el tiempo para verla en Netflix un domingo por la tarde con mi Chispagel.

El flechazo fue de inmediato, desde el primer cubetazo en la entrada de la película ya me tenía embobada, luego el segundo cubetazo donde se refleja las paredes de la casa y el cielo me asombró, el tercer cubetazo cuando se atraviesa un avión me cautivó, el cuarto cubetazo lo digerí paciente, el quinto y sexto dije: bueno ¿ya no?, el séptimo me paré al baño y perdí la cuenta y regresé y el cubetazo de Cleo seguía limpliando el patio. Y todo ¿para qué?; para que en la noche fuera tema de discusión por las heces que dejó el perro y que enfureció al jefe de familia.

Seguimos viendo la película y a pesar de que al principio está lenta porque pareciera que están en tiempo real, me sirvió para visualizar cada detalle: las ventanas, la escoba, el huevo crudo de las mañanas que me recordó el que a mi me daban a fuerzas de chiquita; pero a mi no me lo daban cocido, sino crudo, y para que no me supiera tan feo le ponía azúcar.

La escena del carro me encantó: el entorno, la "navesota" que no cabía en la cochera, el cenicero en el carro setentero, el volumen del radio, la bata del IMSS, ese IMSS del pasado que no es el mismo de ahora y donde mi madre tuvo cuatro partos naturales y donde ella me cuenta que en esa época era un hospital nuevo.
Luego pensé -¿Porqué tener un carro tan grande y ancho si sabes que te vas a tardar como media hora en estacionarlo en tu cochera angosta?-, la respuesta que yo deduje fue simple para mi: Presumir afuera de tu entorno lo que no eres.

Otra detalle que me sorprendió fue el día común de Cleo, ya que es la primera que se levanta y la última que se acuesta. El que hacer nunca acaba, y a pesar que es una "criada" muy querida por todos, a nadie se le ocurría invitarla un ratito a que se sentara a descansar mientras la familia veía Ensalada de Locos.

Me enojó el: -"Cleo, ¿le traerías un tecito de manzanilla al señor?",  cuando el güey del señor ni siquiera hablaba para pedirlo; pero claro, en esa época la esposa tenía que estar al pendiente de su esposo y leerle la mente y hacer todo lo posible para que se sintiera cómodo porque trabajó todo el día y pobrecito, venía cansado y que de nada sirvió porque antes de que terminara la noche mientras Cleo iba apagando cada lámpara, "el señor" reclamó lo de las heces. (Pretextos para echar a perder tu día hay muchos, pensé.)

Y Cleo, esa Cleo tan buena que no la dejaban encender la luz de su cuarto junto con su compañera al final del día y hacían ejercicio con una velita para que la abuelita de la familia no se molestara. No me imagino a Cleo hablarle molesta por teléfono a su patrona Sofía como me hablaba a mi Elva:

-"Yolis, no le entiendo al control de la tele de Domy, y ya mero empieza mi telenovela, no me la puedo perder porque hoy es el final, dime a donde le pico"- 

-"¡Claro Elva!, lo que tu digas, deja te explico..."- (todo con tal de que no se me fuera, y eso que sólo iba un día por semana y de todas maneras se me fue).

Confieso que cuando se quema el bosque que no se porqué se quema me distraje con mi Chispagel, pero después de esa escena en que un gringo canta mientras el bosque está en llamas, todo nos impactó. Sentimos el breve temblor, nos indignamos con el imbécil de Fermín, nos estresamos en el asalto a la mueblería, se nos hizo un nudo en la garganta con el tristísimo y muy real parto de Cleo y nos angustiamos en el mar con los niños.

Lo demás no es lo de menos, es más y más y más: cada toma es una hermosa fotografía y a la vez una obra de arte. Los entornos, los detalles, los sonidos, el perro en el patio, la vendimia afuera del cine, el afilador en la calle; las frases fuertes como: "Me gusta estar muerta" , "Estamos solas. No importa lo que te digan, siempre estamos solas", "Yo no quería que naciera". me hicieron pensar.

Para mí es más que una película, es lo que sucede en tu interior, en tu casa, en tu alrededor, en tu colonia, en tu calle, en tu ciudad, en tu país y en tu época. Es el clasismo, el machismo, el abandono, la soledad, la nostalgia, lo explicable y lo que no necesita explicación, comer la nieve en silencio, llorar por los cambios que tendrás que enfrentar, la unión familiar de los que quedan, sentir, vivir, y al final del día, pedirle a tu super heroína que en la tarde te salvó la vida, que fuera a la tienda por unos gansitos.

Bravo Cuarón, a mí, si me moviste las fibras.

Dirección de fotografía Alfonso Cuarón y Galo Olivares.



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