LOS PEQUEÑOS DETALLES
Mi papá siempre nos decía que los pequeños detalles hacían la diferencia en todo. Desde preguntar un ¿cómo te fue?, ver las nubes moverse o hasta que te dejen un café en tu buró hecho con mucho amor sin esperarlo. Eso se me quedó muy grabado y creo que tenía toda la razón.
En estos tiempos donde cada vez perdemos mas la capacidad de asombro, la capacidad de valorar que abrimos los ojos y nos despertamos por la mañana, un saludo, una sonrisa correspondida, apreciar la naturaleza, hablarle o que te hable un amigo para saber cómo estás y mil etcéteras más, creo que necesitamos parar y valorar y podemos empezar a ver lo que tenemos a nuestro alrededor, así tengamos problemas, estemos agobiados o la rutina nos esté matando.
Ayer por ejemplo para mi fue un día muy común, un día igual que otro que se fue convirtiendo en un día especial.
En la tarde fui por Domy al colegio como hago cada día (cosa que agradezco mucho porque 6 de sus 8 años casi nunca había ido por ella, siempre se había quedado en estancia).
Domy como siempre me recibió con una sonrisota y mil tiliches encima de ella. Al entrar en el uber normalmente me pide mi teléfono porque le gusta ver videos de cupcakes por instagram. Esta vez se la cambié por un: -¿y si contamos las mariposas que veamos de aquí a la casa?, pero no las simples, tienen que ser monarcas o amarillas- (aprovechando que este mes es el mejor mes para verlas porque se empiezan a ir todas). Domy reaccionó como si le hubiera dicho que iríamos por un helado doble.
-¡¡¡Siii mami!!!.
Como ella se puso en su ventana esquinada y yo en la otra parecíamos que estábamos peleadas, pero más bien estábamos concentradas. No pasaron ni cinco minutos cuando yo me desesperé porque no vi ni una sola, así que deserté rápidamente y le dije que cambiáramos de juego; Domy al contrario me dijo que no, que teníamos que terminar hasta llegar a la casa.
Pasando el rato yo seguía sin ver una cuando ella ya llevaba 10 mariposas y emocionada me describió que vio una muy grande con franjas amarillas y negras y casi casi con triangulitos y corazoncitos y era tanto su emoción que pensé que lo estaba inventando.
-Domy, tienen que ser mariposas de verdad ¿eh?-
-¡Si mami!, llevo 35, ¿y tu?
-¿En seriooooo?, yo llevo 2
-Es que tienes que observar mas, voltea a ver al cielo.
-Espero no torcerme el cuello- pensé.
Mientras Domy me seguía presumiendo, yo seguía pensando que estaban en mi contra porque de mi lado no había nada.
De rato ella se quedó dormida y no quise despertarla. Yo seguía recargada con cara de flojera cuando de pronto por el vidrio una mariposa me empiezaba a seguir; era grande, de un amarillo muy brillante con puntitos negros en la orilla y su vuelo no era muy alto porque iba a la par que el carro.
Cuando volteo al cielo parecía que todas me estaban esperando a que yo pasara, de seguro por fuera parecía tontita con la cara embobada viendo un espectáculo mejor que LUZIA del Cirque du Soleil. En verdad era tanto mi asombro que casi me pongo a llorar.
Había para mi (y para todo el que quisiera ver y no estuviera clavado en su mundo) un baile de aleteo, de tráfico, de ajetreo para subir bardas, atravesar calles y esquivar edificios. Había color, belleza y armonía contrastado con un tráfico que parecía no terminar. Pensaba sacar mi teléfono para tomar video pero no me lo quería perder detrás del lente del celular.
Casi llegando a mi casa desperté a Domy y toda modorra me preguntó cuántas mariposas había contado cuando ella llevaba 30 antes de quedarse dormida y emocionada le contesté un número que ni yo me esperaba tener cuando empezamos el juego.
¡Domy, fueron 236 hermosas, increíbles y maravillosas mariposas monarcas y amarillas!.
Ese detalle hizo mi día muy especial y comprendí que abajo está lo que quieras que esté, el tráfico, la preocupación, el estrés, el caos, los problemas, pensar en tooodos los pendientes que tienes por delante, pero en ese mismo momento si volteas arriba, está la paz y sobre todo está la sensación de que alguien allá arriba nos cuida y todos los días nos envía regalos.
Ya depende de uno si lo vemos o no.
Que tengas un día muy especial.
En estos tiempos donde cada vez perdemos mas la capacidad de asombro, la capacidad de valorar que abrimos los ojos y nos despertamos por la mañana, un saludo, una sonrisa correspondida, apreciar la naturaleza, hablarle o que te hable un amigo para saber cómo estás y mil etcéteras más, creo que necesitamos parar y valorar y podemos empezar a ver lo que tenemos a nuestro alrededor, así tengamos problemas, estemos agobiados o la rutina nos esté matando.
Ayer por ejemplo para mi fue un día muy común, un día igual que otro que se fue convirtiendo en un día especial.
En la tarde fui por Domy al colegio como hago cada día (cosa que agradezco mucho porque 6 de sus 8 años casi nunca había ido por ella, siempre se había quedado en estancia).
Domy como siempre me recibió con una sonrisota y mil tiliches encima de ella. Al entrar en el uber normalmente me pide mi teléfono porque le gusta ver videos de cupcakes por instagram. Esta vez se la cambié por un: -¿y si contamos las mariposas que veamos de aquí a la casa?, pero no las simples, tienen que ser monarcas o amarillas- (aprovechando que este mes es el mejor mes para verlas porque se empiezan a ir todas). Domy reaccionó como si le hubiera dicho que iríamos por un helado doble.
-¡¡¡Siii mami!!!.
Como ella se puso en su ventana esquinada y yo en la otra parecíamos que estábamos peleadas, pero más bien estábamos concentradas. No pasaron ni cinco minutos cuando yo me desesperé porque no vi ni una sola, así que deserté rápidamente y le dije que cambiáramos de juego; Domy al contrario me dijo que no, que teníamos que terminar hasta llegar a la casa.
Pasando el rato yo seguía sin ver una cuando ella ya llevaba 10 mariposas y emocionada me describió que vio una muy grande con franjas amarillas y negras y casi casi con triangulitos y corazoncitos y era tanto su emoción que pensé que lo estaba inventando.
-Domy, tienen que ser mariposas de verdad ¿eh?-
-¡Si mami!, llevo 35, ¿y tu?
-¿En seriooooo?, yo llevo 2
-Es que tienes que observar mas, voltea a ver al cielo.
-Espero no torcerme el cuello- pensé.
Mientras Domy me seguía presumiendo, yo seguía pensando que estaban en mi contra porque de mi lado no había nada.
De rato ella se quedó dormida y no quise despertarla. Yo seguía recargada con cara de flojera cuando de pronto por el vidrio una mariposa me empiezaba a seguir; era grande, de un amarillo muy brillante con puntitos negros en la orilla y su vuelo no era muy alto porque iba a la par que el carro.
Cuando volteo al cielo parecía que todas me estaban esperando a que yo pasara, de seguro por fuera parecía tontita con la cara embobada viendo un espectáculo mejor que LUZIA del Cirque du Soleil. En verdad era tanto mi asombro que casi me pongo a llorar.
Había para mi (y para todo el que quisiera ver y no estuviera clavado en su mundo) un baile de aleteo, de tráfico, de ajetreo para subir bardas, atravesar calles y esquivar edificios. Había color, belleza y armonía contrastado con un tráfico que parecía no terminar. Pensaba sacar mi teléfono para tomar video pero no me lo quería perder detrás del lente del celular.
Casi llegando a mi casa desperté a Domy y toda modorra me preguntó cuántas mariposas había contado cuando ella llevaba 30 antes de quedarse dormida y emocionada le contesté un número que ni yo me esperaba tener cuando empezamos el juego.
¡Domy, fueron 236 hermosas, increíbles y maravillosas mariposas monarcas y amarillas!.
Ese detalle hizo mi día muy especial y comprendí que abajo está lo que quieras que esté, el tráfico, la preocupación, el estrés, el caos, los problemas, pensar en tooodos los pendientes que tienes por delante, pero en ese mismo momento si volteas arriba, está la paz y sobre todo está la sensación de que alguien allá arriba nos cuida y todos los días nos envía regalos.
Ya depende de uno si lo vemos o no.
Que tengas un día muy especial.
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